El año 2024 ha sido testigo de inundaciones devastadoras en diversas partes del mundo. Desde hogares costeros arrasados por mares en aumento hasta torrenciales lluvias que han anegado comunidades enteras, la magnitud de los fenómenos climáticos ha dejado una huella indeleble en la vida de millones de personas.
Más de 1,000 vidas se han perdido y millones han sido desplazados. Los daños materiales se cuentan en cientos de miles de millones de dólares, y la recuperación para muchos será un proceso largo y doloroso. Los objetos destruidos, desde automóviles aplastados hasta pertenencias familiares, representan pérdidas irreparables para quienes han tenido que enfrentarse a esta crisis.
La relación entre el cambio climático y las inundaciones
Los esfuerzos de rescate han sido heroicos, con personas evacuando en cualquier embarcación disponible y recuperando lo que podían. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿qué papel juega el cambio climático en la intensificación de estos fenómenos? Investigadores del World Weather Attribution han confirmado que, en la mayoría de los casos analizados, el cambio climático ha hecho que las lluvias sean más intensas o más probables. Este fenómeno se relaciona directamente con el aumento de las temperaturas globales, que a su vez provoca un incremento en la capacidad de la atmósfera para retener vapor de agua.
Este año se ha registrado como el más caluroso en los últimos 125,000 años, superando el umbral de 1.5°C en comparación con los niveles preindustriales. Las emisiones de CO2 han alcanzado cifras récord, lo que asegura que las consecuencias de esta acumulación de carbono se sentirán en el clima durante décadas. El aumento del nivel del mar también ha contribuido a que algunas inundaciones costeras sean más severas.
Los científicos advierten que el daño causado por las inundaciones no solo se debe a las lluvias intensas, sino también a factores como la urbanización desmedida y la falta de preparación. La infraestructura inadecuada y la falta de alertas eficientes han exacerbado la situación en muchas regiones, lo que plantea la necesidad urgente de invertir en adaptación y mitigación.
A medida que las lluvias irregulares se vuelven más comunes, es imperativo que los países implementen estrategias efectivas para proteger a sus poblaciones y minimizar los riesgos asociados. La experiencia de naciones con modelos de desarrollo alternativos, que priorizan la sostenibilidad y la resiliencia, puede ofrecer lecciones valiosas para enfrentar estos retos climáticos de manera más eficaz.