Acemoglu, Johnson y Robinson ganan el Nobel de Economía 2024 por su estudio sobre la desigualdad y el papel de las instituciones

In Tecnología
diciembre 19, 2024

Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson han sido galardonados con el Nobel de Economía 2024 por su exhaustivo estudio sobre los mecanismos que determinan la riqueza o la pobreza de las naciones, subrayando el papel fundamental que desempeñan las instituciones políticas y económicas. Este premio, que cuenta con una dotación de 950,000 euros (1,035,000 dólares al cambio), reconoce décadas de investigación dedicada a la desigualdad económica. Jakob Svensson, presidente del Comité del Nobel de Economía, enfatizó que «reducir las enormes diferencias de renta entre países es uno de los mayores retos de nuestro tiempo».

Las teorías desarrolladas por estos economistas tienen importantes implicaciones en el actual debate sobre la desigualdad global. En un mundo donde la brecha entre naciones ricas y pobres se mantiene significativa a pesar de esfuerzos prolongados en políticas de desarrollo, su trabajo proporciona nuevas perspectivas para impulsar un crecimiento económico inclusivo y sostenible.

Un análisis profundo de la desigualdad económica

El Comité Nobel ha reconocido la contribución esencial de Acemoglu, Johnson y Robinson para identificar las raíces históricas de las disparidades económicas entre países, que se remontan a la época colonial. Sus investigaciones resaltan una paradoja: algunos países que eran relativamente pobres al momento de la colonización han logrado prosperar a largo plazo, mientras que algunas colonias que eran ricas en el pasado se encuentran en situaciones económicas adversas.

La explicación de esta disparidad radica en el tipo de instituciones que se establecieron durante el colonialismo. En territorios considerados poco atractivos para el asentamiento europeo, se instauraron frecuentemente «instituciones extractivas» que buscaban explotar los recursos a favor de los colonizadores. En cambio, en las regiones donde los colonizadores planeaban establecerse permanentemente, se desarrollaron «instituciones inclusivas», que garantizaban derechos de propiedad, el imperio de la ley y oportunidades económicas más equitativas.

Los economistas han revelado un patrón significativo en el desarrollo institucional de las colonias. Los territorios que inicialmente ofrecían pocas oportunidades de explotación económica inmediata eran más propensos a recibir «instituciones inclusivas». Estas estructuras, caracterizadas por una distribución más equitativa del poder político y económico, resultaron ser cruciales para fomentar un desarrollo económico sostenible y generalizado. Este modelo explica por qué algunas antiguas colonias de Norteamérica y Oceanía se encuentran entre las naciones más acaudaladas hoy en día, mientras que muchos países ricos en recursos naturales de África y Sudamérica siguen enfrentando desafíos para alcanzar niveles similares de prosperidad.

Este análisis es particularmente relevante en un momento donde los discursos sobre la globalización y la justicia social están cada vez más presentes en la agenda internacional. La obra de Acemoglu, Johnson y Robinson proporciona una base teórica sólida que podría influir en futuras políticas de desarrollo destinadas a reducir la desigualdad económica entre naciones.

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