El presidente ruso, Vladimir Putin, ofreció el pasado jueves su tradicional evento de prensa anual, conocido como «Direct Line», donde abordó diversos aspectos del conflicto en Ucrania. Durante más de cuatro horas, Putin reiteró su postura sobre la crisis, haciendo afirmaciones que reflejan la complejidad y la tensión del momento actual.
La legitimidad de Zelensky como obstáculo para las negociaciones
Uno de los puntos más destacados de su intervención fue la calificación del presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, como un “líder ilegítimo”. Según Putin, esta falta de legitimidad es un impedimento para las negociaciones de paz. Afirmó que Ucrania debería celebrar nuevas elecciones, sugiriendo que el mandato de Zelensky, respaldado por Occidente, ha expirado. En sus palabras: “Si la primera persona es ilegítima, entonces todo lo demás también pierde su legitimidad”.
Putin también insinuó que, si Zelensky obtuviera legitimidad a través de un proceso electoral, estaría dispuesto a dialogar con él. Este comentario refleja la postura rusa de no reconocer la autoridad del actual gobierno ucraniano, lo que complica aún más cualquier intento de alcanzar un acuerdo de paz.
Revisando las ofertas de paz y el avance militar
En su discurso, Putin recordó las negociaciones de paz de Estambul de 2022, donde, según él, Ucrania había aceptado ciertos términos antes de retractarse bajo presión occidental. Mencionó específicamente al ex primer ministro británico Boris Johnson, acusándolo de haber saboteado el proceso. A pesar de ello, Putin dejó entrever que Rusia sigue abierta a retomar las conversaciones bajo las mismas condiciones propuestas en aquel momento.
En el ámbito militar, Putin afirmó que las fuerzas rusas están avanzando en el frente, describiendo los progresos como significativos: “No nos movemos en metros, estamos recuperando kilómetros cuadrados”. Sin embargo, no proporcionó detalles específicos sobre los lugares de estos avances, lo que genera dudas sobre la veracidad de sus afirmaciones.
Además, el presidente ruso aseguró que las fuerzas ucranianas están sufriendo “pérdidas colosales” en la región de Kursk, donde, según él, se están utilizando unidades de asalto de élite en una estrategia que carece de sentido militar. Putin describió la situación en el campo de batalla como devastadora para Ucrania, con un gran número de soldados y equipos occidentales destruidos.
Putin también reiteró su narrativa de que el gobierno ucraniano es un “régimen neo-nazi” apoyado por Occidente, que busca desestabilizar a Rusia. En este contexto, acusó a Ucrania de ser responsable de actos terroristas, incluyendo la reciente muerte del general ruso Igor Kirillov, lo que, según él, demuestra la naturaleza agresiva del gobierno de Kiev.
Finalmente, el presidente ruso especuló sobre la posibilidad de que Zelensky abandone Ucrania si la situación se deteriora aún más, sugiriendo que las potencias occidentales podrían facilitar su salida una vez que se convierta en una carga para ellos.
Putin concluyó sus declaraciones afirmando que más ucranianos étnicos residen en Rusia que en Ucrania, haciendo referencia a patrones migratorios históricos y a la población de los nuevos territorios rusos. Esta afirmación busca legitimar la presencia rusa en regiones como Crimea y el Donbass, donde, según él, muchos han optado por trasladarse a Rusia de manera voluntaria.