Incendios devastadores en California: un invierno atípico marcado por el cambio climático
El sur de California está atravesando uno de los inviernos más devastadores en términos de incendios en más de cuatro décadas. Aunque los incendios no suelen producirse en esta época del año, una serie de factores climáticos han convergido para desafiar este patrón, resultando en un incremento notable en la velocidad y la destructividad de las llamas. Los vientos de Santa Ana, que han alcanzado velocidades de hasta 160 km/h, se combinan con una sequía extrema y condiciones climáticas inusuales que han generado una gran cantidad de vegetación durante las lluvias, la cual se ha secado rápidamente debido a las altas temperaturas, convirtiéndose en un combustible inflamable.
Expertos en climatología y ecología han advertido que este incremento en la rapidez de los incendios se debe principalmente al cambio climático. Según Jennifer Balch, científica de incendios de la Universidad de Colorado, los incendios más veloces han aumentado más del doble desde 2001 y han causado significativamente más destrucción que los incendios más lentos y grandes. Las condiciones invernales, que normalmente reducirían el riesgo de incendios, han cambiado drásticamente, haciendo que estos incendios sean mucho más destructivos al propagarse rápidamente. Se estima que los daños causados por los recientes incendios podrían ascender a 57 mil millones de dólares, lo que podría convertirlos en los más devastadores en la historia moderna de California.
La combinación de un clima cambiante y el crecimiento poblacional en California ha exacerbado el problema. La expansión urbana ha incrementado el número de líneas eléctricas y, por ende, el potencial de fallos que pueden provocar incendios. Aunque aún se están investigando las causas específicas de los recientes fuegos, se sospecha que las líneas eléctricas, arrastradas por los fuertes vientos, podrían ser responsables de su ignición. La situación se complica aún más con el fenómeno conocido como «whiplash climático», donde condiciones de sequía extrema siguen a años de precipitaciones abundantes, lo cual proporciona un caldo de cultivo ideal para la propagación de incendios devastadores.