El pasado 7 de julio fallecía Pedro Aunión tras caer desde 30 metros en plena actuación ante unas 45.000 personas sin que por ello se suspendiese el festival ni que el público abandonase el recinto. Solamente algunos asistentes y uno de los grupos participantes lo hicieron mientras muchos se dedicaban a subir el vídeo a las redes sociales mientras continuaba la fiesta.
¿Cómo iban a pararlo todo una vez allí por la muerte de un trabajador? Total, “muere gente a todas horas todos los días en todo el mundo todo el rato”. No, no acabo de citar un chiste de Gila sobre los brutos pueblerinos sino la justificación del humorista Quequé para que prosiguiese el espectáculo, prueba de que la involución también se está dando en el humor.
Lo cierto es que sí muere gente a todas horas en todo el mundo. Lo malo es la falta de respeto y de humanidad al ver una persona morir ante ti y tener ganas de juerga. Lástima que esta afirmación tuviese ese fin y no el de denunciar públicamente que en España mueren trabajadores a diario en el tajo. 629 en 2016 para ser exactos y sin contar las muertes por enfermedad relacionada con el trabajo.
Muertes silenciadas en los mass media y que no son casos aislados como pretenden hacernos creer. De hecho, los datos recogidos entre enero y abril son poco esperanzadores pues muestran 202 accidentes mortales en el trabajo, 10 más que durante el mismo periodo del año anterior. Además el número de accidentes con baja (enero-abril 2017) fue de 183.557, de los cuales 1.198 de gravedad, lo que supone un aumento del 3’7% respecto a 2016.
Otro factor silenciado es que el 78% de los accidentes totales (en ese mismo periodo) se produjeron por sobreesfuerzo físico sobre el sistema musculo-esquelético (61.644), choques o golpes contra objeto inmóvil, incluyendo caídas y tropiezos (39.490), y accidentes por choque contra objetos en movimiento (22.214), lo cual demuestra que la siniestralidad laboral está íntimamente ligada al aumento del grado de explotación.
Lo sucedido en el MadCool, además de demostrar el desconocimiento o el silencio ante estos datos, evidencia su banalización hasta el punto de ser publicado en RRSS al estilo de los alienados de Black Mirror mientras sigue el espectáculo.