El debate sobre el cannabis siempre ha estado servido, pero hoy parece más candente que nunca. Interesa no solo a las personas que ansían un remedio para aliviar el dolor que les produce una enfermedad, a las que ya no le funcionan los remedios tradicionales. También a quienes entienden que su legalización abriría muchas puertas a nuevos negocios.
Los estudios a su favor se suceden en todo el mundo. Una línea argumental es que su ingrediente psicoativo, el tetrahidrocannabinol o THC, se involucra en la sensación de apetito, dolor o en el humor, del mismo modo en que lo hace el grupo de receptores cannabinoides del sistema nervioso y periférico humano. Así pues, como se ha defendido a través de diversas investigaciones científicos, el cannabis terapeútico estimula el apetito, combate las náuseas y el dolor crónico.
Desde el Centro de Investigación del Cannabis Medicina en la Universidad de California, por ejemplo, se sostiene que ayuda a pacientes que sufren un dolor neuropático, es decir, asociado al sistema nervioso. Suele aparecer entre quienes tienen alguna enfermedad neurodegenerativa, como la esclerosis múltiple, o en quienes deben someterse a sesiones de quimioterapia y radiación.
Fuera del ámbito del dolor, también se ha relacionado la marihuana con una menor prevalencia de diabetes II. Así se hizo en un estudio publicado en el British Medical Journal, lo que puede deberse a los atributos antiinflamatorios e inmunomoduladores del cannabis.
Enconces, ¿por qué no ha pasado ya el cannabis a estar disponible, al menos para quienes sufren dolores crónicos? Una primera respuesta se puede encontrar en la propia investigación: muchos la consideran aún insuficiente. En otros casos, se argumentan su carácter como arma de doble filo porque, al final, sigue siendo una sustancia que puede generar adicción. Una droga.
Entre los estudios que podrían desaconsejar su uso, uno del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos, que ha relacionado su consumo con un aumento de la frecuencia cardíaca. En la revista Addiction, por otra parte, se han publicado los resultados de otro que ponen de relieve los pequeños efectos a largo plazo que puede tener el cannabis para el aprendizaje y la memoria, si bien este fue refutado un año después.
Lo que temen los sectores más reaccionarios es que su uso se normalice tanto que, al final, los más jóvenes lo vean como algo positivo. Y aunque la marihuana tiene un bajo índice adicción, este no es del 0%. Siempre hay riesgo, incluso sabiendo que una sobredosis no podría resultar mortal, como sucede con otras drogas.
El growshop, ¿una apuesta segura?
En los growshops puedes encontrar semillas, armarios para el cultivo de cannabis, productos medicinales como infusiones, kits completos que incluyen la iluminación… Incluso en los países que parecen más atascados en la legalización de la marihuana para uso terapéutico, como el nuestro, este tipo de establecimientos son legales.
Pero, ¿no entra eso en conflicto con la legislación? La polémica Ley de Seguridad Ciudadana, que incrementó las multas por consumo, posesión y cultivo de cannabis podría hacer pensar que sí, pero son precisamente las lagunas legales las que hacen que esta actividad no esté perseguida, como sucedería con los clubes de prostitución.
Como citaba el blog especializado Sensi Seed, España se ha desmarcado de la tendencia reguladora mundial, que camina a favor del cannabis. Sin embargo, el Tribunal Supremo ya ha delimitado, con sus fallos, cuándo es delito el cultivo y consumo compartido de cannabis.
Así, en 2015, en el marco del caso de una asociación de Bilbao dedicada al cultivo y consumo compartido de cannabis, estimó que su actividad cumplía, precisamente, con un supuesto de “cultivo compartido”, frente a la interpretación de la sentencia de instancia. Así, el colectivo satisface las exigencias del artículo 368 del Código Penal, que condena el cultivo de drogas y el favorecimiento de su consumo. En definitiva, no se identificaba la finalidad de tráfico, lo que sí es ilegal.
En cuanto a los growshops, no se dedican a vender marihuana, sino semillas y enseres para su cultivo, lo que pasa por artículos tan comunes como fertilizantes, macetas o sistemas de riego aunque también tienen en catálogo aceites de CBD para algunos tratamientos. Ni siquiera esquejes, que son ilegales. Y, en todo caso, es el comprador el que cultiva bajo su propia responsabilidad y, se supone, sin ánimo de vender.
El cannabis dibuja nuevas rutas
Quienes defienden el consumo del cannabis a modo terapéutico van ganando batallas poco a poco. Es el caso, por ejemplo, de Uruguay, donde comenzara a venderse en farmacias hace poco. Eso sí, quien crea que esto va de dirigirse a la más cercana y comprar una cantidad suficiente para pasar la tarde con los amigos, como el que compra un botellón, se equivoca de cabo a rabo.
Cuando arrancó su venta el pasado verano, se dejó claro que el máximo a adquirir eran 40 gramos al mes, y antes había que apuntarse en un registro estatal. Después, ya en el establecimiento, se comprueba la identidad del comprador a partir de huella digital.
Recientemente, por otra parte, se ha comenzado a dispensar en las farmacias del país un medicamento que se elabora a partir del aceite de cannabidiol o CBD. Su nombre comercial es Epifractan 2%, lo que indica que tiene, precisamente, un 2% de cannabidiol puro. Una concentración que no deja los efectos psicoativos propios de la marihuana, aunque a sí a nivel de beneficios medicinales.
El país latinoamericano suele ir a la vanguardia en iniciativas que tratan de reconocer los derechos civiles de su ciudadanía, o buscan su bienestar. Pero también en algunos países de Europa se han superado ya ciertos debates. Han legalizado su uso con fines terapéuticos países como Bélgica, Austria, Croacia, Italia, Polonia o la República Checa, además de Alemania.
En España se dan pasos también en la misma dirección, aunque por ahora el consumo está solo despenalizado. Uno de los últimos ha sido crear una subcomisión sobre el uso terapéutico del cannabis, enmarcada en la comisión de Sanidad, que tiene el objetivo de escuchar a asociaciones de usuarios, expertos y profesionales. Fue pactada por Ciudadanos, PP y PSOE y, según las conclusiones, se podría poner sobre la mesa del Congreso alguna iniciativa legistlativa. Veremos.