La fobia social, llamada también ansiedad social, es un trastorno de ansiedad que hace que las personas que lo sufren, tengan que vivir con elevados niveles de ansiedad cada vez que se encuentran en situaciones sociales, es decir, en situaciones en las que deben interactuar con otras personas o ser el foco de atención. Por decirlo de otro modo, es una forma de timidez extrema en la cual la persona se ve incapaz de enfrentarse a determinadas situaciones, por lo que desarrolla mecanismos de evitación. Alguien con fobia social, evitará entablar conversaciones espontáneas con desconocidos, participar activamente en la conversación con nuevos grupos de amigos, y buscará la aprobación de los demás. Evitará acercarse a hablar con alguien que le gusta, tener que hablar en público, o simplemente estar en situaciones en las que haya muchas personas mirándolo.
Obviamente esto tiene una serie de consecuencias que van mucho más allá de la ansiedad, y que está en el ámbito social y sentimental de una persona. Quienes padecen este trastorno de ansiedad, tienen muchas dificultades para encontrar pareja, para hacer amigos, o para adaptarse en un nuevo círculo de amigos. Y todo esto a su vez, tiene implicaciones a nivel de la felicidad y la sensación de plenitud espiritual, puesto que la ausencia de una vida social satisfactoria hace que uno se sienta aislado, infeliz, triste, etcétera.
La sensación de pánico aparece cuando uno debe interactuar con desconocidos o personas con las que no tiene confianza, especialmente si la presión social es elevada, es decir, si uno percibe que puede ser juzgado o que puede hacer el ridículo. No hay que confundir este trastorno con la agorafobia, ya que algunas personas pueden llegar a confundir estos dos procesos puesto que en los dos casos el elemento central es la ansiedad y la evitación de determinadas situaciones y/o sitios. En la agorafobia, el miedo no está relacionado con cuestiones de interacción social, sino de factores no sociales, como pueden ser los espacios cerrados, la percepción de la imposibilidad de escapar, las aglomeraciones de gente, o simplemente encontrarse en la calle lejos de casa y sin compañía. Es obvio que curar la ansiedad social no es fácil, y requiere de muchísima fuerza de voluntad, puesto que la persona deberá enfrentarse a aquellas situaciones que tanto miedo le dan. Muchas veces, se hace necesaria la ayuda psicológica, de modo que el psicólogo pactará las pautas de la terapia. Normalmente el abordaje terapéutico se hace desde el punto de vista de psicología cognitivo-conductual, si bien también en ocasiones resulta efectivo el psicoanálisis, o incluso otras terapias menos conocidas.
Al igual que sucede con el tratamiento que un psicólogo establece para intentar curar la agorafobia, o de cualquier otro tipo de fobia, el psicólogo establecerá pequeños retos que el paciente tiene que conseguir, de modo que cada vez debe intentar salir de la zona de confort emocional. Poco a poco, el paciente se va exponiendo de forma controlada y progresiva a aquellas situaciones y vivencias que le generan ansiedad, de modo que va consiguiendo pequeños avances. Estos se van haciendo cada vez más grandes, hasta que finalmente terminan por conseguir un estado en el psiquismo de la persona, en el que puede decir que se ha conseguido la curación de la fobia social.
Siempre será mucho más efectivo si se detecta en la infancia o en los primeros años de la adolescencia, puesto que la terapia evitará que esta se acentúe y tenga un impacto sobre la vida mucho más grande. Si un padre detecta un importante nivel de timidez en su hijo, es muy recomendable que lo apunte a actividades en las cuales se tiene que relacionar con otro tipo de niños, puesto que esto puede llegar a evitar que esa timidez termine por convertirse en fobia social en un futuro. También es importante que juegue a juegos de mesa o de adivinanzas, pero a ser probable en grupo, y que no lo haga siempre con la misma gente.
Habitualmente, lo que hay detrás de este trastorno de ansiedad, es simplemente una falta de habilidades sociales, la cual a su vez muchas veces es el resultado de un exceso de sobreprotección por parte de los padres, o de situaciones de acoso escolar, o de un aislamiento en la infancia de la persona. Esta falta de habilidades sociales, es especialmente frecuente en los casos en los que un niño o adolescente, ha sufrido alguna enfermedad o trastorno que le ha impedido un normal desarrollo con los otros niños a través del juego. Incluso en la edad adulta, una persona puede aislarse progresivamente en sí misma y llegar a desarrollar fobia social, como sucede por ejemplo en algunas personas con fibromialgia. La fibromialgia es una enfermedad que produce un gran dolor físico, y mucha fatiga y cansancio, impidiendo a una persona el desarrollo de una vida “normal”, impidiéndole trabajar, o tener vida social, lo que a su vez le genera depresión, tristeza, y aislamiento, además de, en ocasiones, fobia social.
La ansiedad social es únicamente uno de los muchos trastornos de ansiedad que existen, pero hay muchos otros. Algunos de ellos son la agorafobia, el Trastorno Obsesivo Compulsivo, el Trastorno de Ansiedad Generalizada, los ataques de pánico, o las fobias específicas. Dentro de estas últimas se encuentra la fobia a volar, a los insectos o a los animales, la claustrofobia, etcétera. En todos los casos, la ansiedad es el ingrediente común, es un síntoma enormemente angustiante y duro para el paciente, que la siente en forma de un bloqueo energético, de presión a nivel del pecho o del estómago. Todos hemos sentido alguna vez, esa sensación tan desagradable de tener como un nudo en la garganta, una presión en el pecho, o un malestar que es muy fácil de reconocer. Hay mucha gente que lamentablemente vive con esa sensación física, de forma recurrente a lo largo del día. No obstante, debemos recordar que para curar la ansiedad se hace necesario curar el trastorno que la causa, pues es importante trabajar a nivel de la causa del problema, y no a nivel de sus consecuencias. Y por supuesto, un elemento fundamental para ello, es pedir ayuda profesional. Si bien puede esto es algo que a alguna gente le puede generar vergüenza, es el primer paso para superar el problema. Uno debe ser consciente de que muchas veces, no es posible curarse por uno mismo sino que se hace necesaria la terapia psicológica, y que es posible superar cualquiera de estos trastornos si uno está dispuesto a implicarse en la curación y a luchar por su felicidad.