España, y más en concreto la Península Ibérica, es todo un microcontinente en el que se integran multitud de climas, ecosistemas y áreas geológicas. Esto tiene como consecuencia la posibilidad de producir vinos que comparten muy pocos aspectos en común, pero que, si el proceso de elaboración es cuidadoso y con cariño, como ocurre en buena parte de las vides españolas y también portuguesas, da lugar a vinos de excelente calidad.
Hoy mostramos con orgullo patrio algunas de las características que hacen del cultivo de la vid en la Ribera del Duero todo un orgullo de la viticultura española. En España, a diferencia de los vinos franceses, californianos, sudafricanos e incluso chilenos y australianos, el turismo enológico todavía no ha logrado situarse como pieza clave del turismo gastronómico, de ahí que anunciar las características de los caldos del Duero sea una forma interesante de dar a conocer estos vinos a todo el mundo.
Cuáles son las características de los vinos de Ribera del Duero
Los vinos de Ribera del Duero siempre han tenido mucho reconocimiento entre los profesionales y aficionados a la enología española. Sus viñedos se localizan en la alta meseta castellana septetrional, al norte de Castilla y León, con el río Duero como gran protagonista.
El clima de este territorio se caracteriza por una cantidad de lluvias relativamente baja, entre 400 y 600 litros por metro cuadrado al año y esto, unido a los veranos secos y los inviernos largos, con altas oscilaciones térmicas, marca la continentalidad del clima. Los suelos son arenas limosas o arcillosas y en ellos se alternan capas de calizas, marcas y concreciones calcáreas.
Estas características dan lugar a una serie de vinos muy reconocibles por sus propiedades organolépticas. Los vinos que se obtienen de estas vides son el vino rosado, el tinto joven, el crianza, el reserva y el gran reserva.
En el caso del vino rosado, este caldo presenta un tono rosa fresa y destacan en él los aromas frutales, con matices de bayas silvestres y fruta madura, típicos de las variedades Tempranillo y Albillo. Al paladar es afrutado y fresco y se caracteriza por una acidez muy atractiva.
Entre los tintos, el joven permanece en barrica un tiempo inferior a los 12 meses y llega al mercado poco tiempo después de la vendimia. Su color es rojo guinda, muy intenso y con algunos ribetes oscuros. Al paladar es muy interesante, por su amplitud de sabores y su acidez equilibrada. Este vino recuerda en sus aromas a bayas silvestres como la mora, la frambuesa o la zarzamora.
El crianza debe permanecer al menos 12 meses en barricas de roble y no se puede comercializar hasta pasado el 1 de octubre del segundo año tras la vendimia. Sus aromas tienen bases frutales pero en ellos se cuelan matices de maderas nobles y ciertas fragancias a vainilla, regaliz o clavo. En boca este caldo es redondo y muy carnoso, con muchos sabores.
Los vinos reserva y gran reserva son los que pasan más tiempo de envejecimiento en barrica. El reserva ha de cumplir tres años, con un mínimo de uno de barrica. Esta variedad no sale al mercado hasta el tercer año tras la vendimia, después del 1 de diciembre
El vino Ribera del Duero reserva es intenso, elegante, con aromas a fruta sobremadurada. Es robusto en boca y en él, obviamente, se aprecian aromas propios del envejecimiento.
Los gran reserva son aquellos que no se comercializan hasta pasado cinco años tras la vendimia. De esos cinco años, dos deben transcurrir en barrica como mínimo y a partir de ahí, 36 meses en botella. De estos caldos es reseñable su potencia de aromas, adquiridos durante la fase de envejecimiento.
Ribera del Duero y la viticultura, toda una vida dedicada a los vinos
La tradición vinícola de esta área castellano leonesa se remonta a más de 3.000 años de antigüedad, cuando los fenicios introdujeron en la Península Ibérica técnicas avanzadas de cultivo y producción de vides.
Con la conquista de la península por parte de los romanos, los vinos de Ribera del Duero y otras zonas peninsulares comenzaron a ser utilizados para abastecer a los ejércitos. Desde entonces y hasta la actualidad, todos los pobladores de estas áreas han tenido en el vino un importante producto comercial, dando lugar a día de hoy a más de 300 bodegas.
En una amplia zona de unos 115 kilómetros de longitud y 35 de anchura que abarca las provincias de Soria, Burgos, Segovia y Valladolid se cultivan variedades de uva como Tempranillo, Cabernet, Sauvignon, Albillo, Merlot y Malbec que dan lugar a vinos de una calidad indiscutible.
Una bodega que lleva con orgullo una forma tradicional de hacer vinos en la zona es Bodegas Torremorón, fundada en 1957 con el objetivo de dar respuesta a una necesidad de unión entre pequeños viticultores, con el fin de dar mejor salida a sus caldos y crecer en el mercado nacional e internacional.
Desde entonces, Torremorón se ha consolidado como una de las Bodegas Ribera del Duero más apreciadas entre los aficionados a los vinos Ribera del Duero. Sin necesidad de acudir a celebridades ni famosos, esta bodega exporta el nombre de Ribera del Duero allá donde llegan sus caldos y consigue que el vino sea una forma de mantener viva la tradición vinícola, luchando así contra la despoblación, un problema tan acusado desde hace décadas en toda la región.