El agua de nuestras ciudades, que circula por la red de cañerías y que llega hasta nuestras casas, aunque sea potable, no tiene ni por asomo, la calidad que nos gustaría. Debido a los procesos de depuración, el agua va absorbiendo algunos elementos que hacen que adquiera un mal sabor y que nos resulte desagradable tomarla directamente del grifo.
Así pues, disponer de un dispensador de agua, que filtre adecuadamente el líquido, eliminando el exceso de sustancias no deseadas, es ya algo imprescindible en cualquier cocina. Si cada día debemos tomar en torno a 1,5 l de agua, debemos asegurarnos de que tenga una calidad óptima.
Es sin duda la forma más económica y práctica de tener agua fresca y limpia para tomar durante todo el día. Gracias al dispensador, servirse un vaso de agua es tan fácil como abrir el grifo, con la diferencia de que el agua tiene un buen sabor y es más saludable.
El agua y el deporte
Una de las claves para realizar una actividad deportiva correcta, es tener una buena hidratación desde el inicio. Tener a mano una botella térmica con agua fresca durante el ejercicio, permitirá mantener una hidratación correcta y satisfactoria.
Y es que no basta con tomar un poco de agua, se trata de tomar bastante agua de calidad, filtrada, sin sabores extraños y lo más saludable posible, que además se mantenga en una temperatura agradable para beber, durante todo el desarrollo de la actividad.
Si el agua se calienta, como suele pasar cuando lleva un rato dentro de una botella de plástico cualquiera, se hace difícil de tomar, sobre todo haciendo deporte. De tal manera que no tomamos el agua necesaria para mantener la hidratación adecuada y para qué el organismo funcione perfectamente.
¿Cómo funciona un dispensador de agua?
El procedimiento es muy sencillo, se trata de llenar el tanque de agua superior con agua del grifo y esperar a que se vaya decantando poco a poco hasta el tanque inferior, pasando por un filtro que va absorbiendo las sustancias que no queremos tomar.
De esta manera, evitamos que se cuelen en nuestro organismo el exceso de cloro o la cal que trae el agua sin filtrar. Basta con ir cambiando los filtros cada cierto tiempo para mantener la calidad del agua.
Por último, el tanque inferior donde se almacenan en el agua filtrada, es suficientemente grande como para tener agua durante el día, no sólo para tomar directamente, sino también para cocinar o preparar bebidas calientes. Sólo hay que abrir la pequeña llave que tiene en la parte inferior y servir agua al gusto.
Un dispensador con filtro tiene, como su nombre indica, un filtro para el agua.. Este filtro, hecho de una combinación de resina de intercambio iónico y carbón activado (obtenido de la cáscara de coco) y tiene varios propósitos.
Por ejemplo, puede reducir la dureza del agua. El agua dura promueve la formación de sarro. Si esta dureza no tiene impacto en la salud, no se puede decir lo mismo de nuestros electrodomésticos. De hecho, promueve la formación de sarro en calderas, fregaderos, cafeteras, lavadoras y otros electrodomésticos, el sarro es una verdadera plaga. ¡Por lo tanto, usar un dispensador de agua limita el daño a algunos de ellos y siempre es algo bueno en términos de mantenimiento y limpieza!
Pero el dispensador también filtra el cloro, lo que le da al agua un mal sabor o residuos presentes en ciertas tuberías, como la arena. Todo para ayudar a encontrar un agua más agradable y fina en la boca. También es un activo para su cocina, especialmente para cocinar, porque obviamente trabajar con una buena base le permitirá obtener platos más sabrosos.
El factor ecológico
Debido al mal sabor del agua, en muchas casas se ha optado por ir comprando garrafas de agua hechas de plástico, una medida transitoria que acaba convirtiéndose en un hábito muy costoso y nada ecológico.
Así pues, gracias a un dispensador de agua no sólo vamos a poder obtener un agua libre de componentes no deseados, también tenemos la posibilidad de reducir el consumo de plásticos que tarde o temprano acabarán convirtiéndose en un residuo contaminante.