A pesar de que se suela considerar a los artistas del Renacimiento como los únicos que buscaron su inspiración en el mundo grecorromano, lo cierto es que el influjo de la mitología clásica ha llegado hasta nuestros días, pudiéndose comprobar cómo muchos de ellos permanecen vivos en multitud de obras de todas las artes. En este sentido, hemos querido recopilar las obras de varios artistas que beben del mito helénico de Apolo y Dafne para hacérselo ver a nuestros lectores.
El mito de Apolo y Dafne
Como es sabido, Apolo era considerado el Dios de la música y la poesía en la mitología griega y destacó por haber derrotado a Pitón, una serpiente mitológica de grandes dimensiones que atemorizaba a los humanos matando a su ganado y destrozando sus campos.
Tras este hito, Apolo se volvió vanidoso y se burló de cupido, que le lanzó una de sus flechas y lo condenó a enamorarse de Dafne, una bella joven que lo rechazó una y otra vez causándole un gran pesar.
Ante esta situación, Dafne pidió ayuda a su padre, el río Peneo, que no dudó en ayudarla convirtiéndola en un hermoso laurel, lo que dio lugar a que Apolo convirtiera el árbol en un símbolo sagrado y se hiciera una corona con sus hojas, la misma que desde entonces serviría para coronar a atletas y guerreros.
En consecuencia, el mito de Apolo y Dafne se refiere a una historia de amor imposible, en el que los sentimientos trascienden incluso a la existencia material y sirven como base para la creación de unos símbolos que tienen la utilidad de eternizarse en el tiempo, como ha ocurrido con esta historia a través de las manos de una buena cantidad de artistas.
Dafne y apolo en el arte
No en vano, ya en s. I d.C había frescos que representaban la historia de Apolo y Dafne adornando los hogares de las familias romanas, como puede comprobarse en las ruinas de la antigua ciudad de Pompeya.
Aun así, no será hasta el Renacimiento cuando el mencionado mito vuelva a ser representado en las obras artísticas y lo veamos adornando libros, como en la miniatura titulada Liberale da Verona que se conserva en la Herzog-August Bibliotheke, formando un conjunto escultórico de inigualable belleza, la de Bernini en la que se puede observar a un Apolo lamentándose justo en el momento en el que su amada Dafne está transfórmándose en árbol, o en el grabado de Carel Van Mander, donde esta misma escena es observada por un buen número de seres mitológicos entre los que se encuentran Zeus (el padre del enamorado), varias ninfas o el progenitor de Dafne.
Más adelante, este mito será vuelto a representar con cierta frecuencia y, llegado el s. XX, podremos verlo en una obra data en 1908 y firmada por John William Waterhouse, un pintor postimpresionista que retrató como nadie la frustración sentida por un apolo que veía con sus propios ojos cómo su amada se estaba transformando en árbol.
Así, podemos decir que la influencia del mito griego tuvo un recorrido tal que llegó hasta Klimt, que se inspiró en la historia de Apolo y Dafne para dar a luz a una obra tan importante en la historia del arte contemporáneo como es El Beso (1907-1908), que representa el momento justo en el que el hombre besa a una Dafne que está comenzando su metamorfosis y emparenta a este autor tan rompedor con un Roberto Bernini que destacó por buscar la perfección absoluta en la confección de sus esculturas.
En consecuencia, tenemos que terminar insistiendo en la idea de que el mito de Apolo y Dafne representa una historia de amor imposible e imperecedera, de ahí que haya cautivado a tantos artistas a lo largo de los siglos y que sea el tema de algunas de las obras más importantes de la Historia del arte occidental.