El turismo, uno de los pilares de la economía tailandesa, enfrenta nuevos desafíos con la reciente decisión del gobierno de reducir el periodo de estancia sin visa de 60 a 30 días. Esta medida, anunciada por el ministro de Turismo y Deportes, Sorawong Thienthong, busca frenar el uso indebido de la exención de visa, que muchos extranjeros han estado aprovechando para realizar actividades comerciales ilegales mientras se presentan como turistas.
Desde julio de 2024, los ciudadanos de 93 países han podido disfrutar de un periodo de estancia más prolongado, lo que ha atraído a un número significativo de visitantes. Sin embargo, las autoridades han detectado un aumento en los casos de alquiler no autorizado de viviendas y la realización de trabajos no declarados. Las asociaciones locales de turismo y hostelería han expresado su preocupación por esta tendencia, que podría perjudicar tanto la reputación del país como su atractivo como destino turístico.
Impacto en el sector turístico
La reducción de días de estancia podría tener repercusiones sobre la demanda turística, aunque el gobierno tailandés sostiene que la medida no tiene la intención de dañar al sector. Datos recientes indican que alrededor del 7% de las reservas entre enero y febrero correspondieron a estancias superiores a 22 noches, lo que subraya el interés de ciertos grupos, como nómadas digitales y jubilados, en permanecer por períodos más largos.
A pesar de que la medida podría registrar un ligero impacto negativo en el turismo entrante, las autoridades mantienen su objetivo de superar los 40 millones de llegadas extranjeras en 2025, un hito que rompería el récord de 2019. Sin embargo, otros factores también amenazan al sector, incluyendo preocupaciones de seguridad entre los turistas chinos y los ajustes en los presupuestos de viaje de visitantes de América del Norte y Europa.
En un contexto global donde la movilidad de las personas se ha visto restringida por múltiples factores, la respuesta de Tailandia refleja la complicada balanza entre la necesidad de regular el turismo y la importancia de mantener un flujo constante de visitantes que beneficien a la economía local. Esta situación encuentra paralelismos en diversas naciones que, desde su propio contexto, buscan equilibrar control y apertura, mostrando que el turismo es tanto un motor económico como un reto para la gobernanza.
