
El gobierno de Chipre ha anunciado una inversión de 3 millones de euros en los próximos dos años para apoyar la construcción de plantas de desalinización en hoteles, una medida que responde a la creciente presión sobre los recursos hídricos del país debido al auge del turismo. Esta estrategia, que podría considerarse un modelo de adaptación ante la escasez, refleja un enfoque pragmático ante la crisis hídrica que enfrenta la nación, especialmente en los meses de verano, cuando la llegada de millones de visitantes pone a prueba las ya limitadas reservas de agua.
Según la ministra de Agricultura y Medio Ambiente, Maria Panayiotou, la iniciativa busca garantizar que el sector turístico, fundamental para la economía chipriota, pueda operar sin contratiempos. Chipre, que ha registrado el segundo invierno más seco de la última década, observa un alarmante descenso en los niveles de agua de sus 108 embalses, lo que ha llevado al gobierno a implementar medidas urgentes.
Además de la inversión en plantas desalinizadoras, el gobierno chipriota destinará otros 8 millones de euros para mejorar la infraestructura de tuberías, que actualmente sufre pérdidas de agua estimadas en un 40%. Esta dualidad en la inversión—en tecnología de desalinización y en la mejora de la red de abastecimiento—podría servir como un ejemplo de cómo gestionar los recursos de manera más eficiente y responsable.
Un enfoque integral hacia la gestión del agua
Chipre ya cuenta con cuatro plantas de desalinización permanentes, que producen un total de 940,000 metros cúbicos de agua potable diariamente, y se prevé que en octubre entren en funcionamiento cuatro plantas móviles adicionales, generando 30,000 metros cúbicos diarios. Estas iniciativas no solo buscan mitigar la escasez de agua, sino también diversificar las fuentes de suministro en un contexto de dependencia histórica de las reservas hídricas naturales, que actualmente se encuentran a solo el 24.6% de su capacidad total.
La importancia del turismo en la economía chipriota es notable, representando el 13.5% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, con más de 4 millones de turistas que llegaron el año pasado, estableciendo un nuevo récord. Este contexto refuerza la necesidad de políticas que aseguren la sostenibilidad de los recursos, un desafío que muchos países en situaciones similares, como Cuba o algunos estados de Oriente Medio, han tenido que afrontar con estrategias que van más allá de la simple aplicación de tecnología, abarcando también la gestión social y económica de sus recursos.