Ya han pasado las fiestas navideñas y nos encontramos en mitad de enero lo que significa que además de estar en período de rebajas, en aproximadamente un mes se celebrará el día de San Valentín. Así que, sí, este es el primero de los avisos para los más despistados, para que no se olviden de adquirir un ramo de rosas rojas precio asequible para regalarle a sus amadas.
Pero, ¿cuál es el origen de esta festividad de origen cristiana?
Cuenta la leyenda que durante la época en la que el cristianismo fue prohibido por Claudio II, San Valentín de Roma casaba a soldados con sus damas en las bodegas de las cárceles. Al enterarse de lo que hacía, Claudio II mandó capturarlo y llevarlo ante él para que se excusara con la simple intención de reprenderlo y expulsarlo del país. Sin embargo, influenciado por terceros, mandó que lo decapitaran. Durante su estancia en prisión en espera de la ejecución pudo comprobar que la hija del juez de la prisión era ciega y con sus oraciones San Valentín pidió a Dios para que la joven tuviera la dicha de ver. En el traslado de San Valentín a la plaza para su ejecución, éste consiguió darle un papel a la joven, algo que ésta no pudo entender dado que era ciega. Sin embargo, al abrirlo la joven pudo ver por primera vez y lo que estaba escrito en aquel pequeño papel no era otra cosa que “Tú Valentín” a modo de despedida.
El día de San Valentín, que es típicamente occidental, se ha extendido a otros países como China, Japón o Taiwán. No obstante, y a pesar de la leyenda anterior, son muchos los que atribuyen la creación de esta festividad a grandes negocios que no pretendían otra cosa que incrementar sus ventas. En el caso de Japón, por ejemplo, se atribuye su creación a la compañía de chocolates Morozoff, dado que el regalo típico en este país es el chocolate, destacando que son las mujeres las que se lo regalan a los hombres. En España, se ha atribuido en más de una ocasión a Galerías Preciados.
En cualquier caso, no merece la pena darle vueltas al origen de la festividad, lo importante es demostrar el amor todos los días y ese día sorprender con un ramo de rosas rojas precio asequible, para que el bolsillo no sea el sorprendido.