El desarrollo de nueva biomasa vegetal depende directamente de la disponibilidad de agua que es un recurso crucial en la agricultura. Pero, hoy en día, es un recurso escaso, por lo que es importante utilizarla de la forma más eficiente posible. Es así como la selección de sistemas de riego en el sector agrícola es un elemento fundamental.
Los sistemas de riego son procesos mediante los cuales se proporciona agua a los cultivos para satisfacer sus necesidades vegetales, que no se ven totalmente satisfechas con la lluvia. Esto puede hacerse para convertir las regiones agrícolas en zonas de regadío.
Todo cultivo intercambia agua con el suelo en el que se siembra, así como con el entorno que lo rodea. Extrae del suelo el agua que necesita para su sustento y, a continuación, mediante un proceso denominado transpiración, libera esa agua a la atmósfera.
Al mismo tiempo, ocurre el fenómeno evaporativo. En este caso, de manera directa del agua proveniente del propio cultivo. La evapotranspiración de los cultivos se refiere a ambos tipos de transferencia.
La atmósfera posee una demanda evaporativa con ciertas variables que pueden influir directamente con las condiciones meteorológicas de cada ocasión.
La cantidad de agua del suelo varía en función de los aportes de la lluvia, por las instalaciones de riego, las capas profundas, los rasgos del propio cultivo y el desarrollo de las hojas, así como por las propiedades hidráulicas del suelo y su capacidad de almacenamiento de agua.
Tipos de sistemas de riego
Riego por goteo
El riego por goteo o la irrigación por goteo son otros nombres para este método de riego y su característica principal es el suministro de agua.
El agua gotea lenta y uniformemente a través de los diminutos poros de una tubería, normalmente de plástico y cae directamente sobre el suelo, se infiltra y llega a las raíces.
Se obtiene mejor control y ahorro de agua gracias a este recorrido y la posibilidad de automatizar el riego. Por ello, es un método de riego apropiado para las regiones áridas o semiáridas con escasez de agua.
Una importante propiedad del diseño de este tipo de sistema es que se puede adaptar a cualquier terreno, así como también a diferentes zonas climáticas. Se puede instalar en cultivos bajo techo o al aire libre.
Si se quiere mantener la plantación húmeda sin tener que bañar las hojas y las flores, esta estrategia funciona bien. Dado que el goteo de agua sólo llega a ciertos puntos predeterminados, como ya se ha explicado, incluso se minimiza el crecimiento de las malas hierbas.
Riego por aspersión
Para un resultado más natural, los sistemas de riego por aspersión, procuran imitar el efecto de la lluvia. Su instalación se compone de una serie de tubos y dispositivos que impulsan el agua hacia arriba a presión para dispersar el agua que se rocía virtualmente.
Se cubre una mayor superficie, aunque algunas veces se tengan que instalar más aspersores para poder abarcar todo el territorio. También entran en juego la presión del agua y el tipo de aspersor.
Riego por gravedad
El más antiguo y básico de los sistemas que se trata en este artículo es el de riego por gravedad, a veces denominado sistema de riego por surcos. Su nombre hace referencia al flujo de agua durante el riego, que se produce por la propia fuerza de la gravedad que empuja el agua a lo largo del recorrido del cultivo.
Este requiere un estanque o depósito lleno de agua como punto de partida. A continuación, conecta varios canales o surcos para dispersar el agua por el cultivo.
El ahorro económico se presenta como una de las ventajas principales con este tipo de riego. Aunque se debe aclararse que se consume mucha agua en comparación a los otros sistemas mencionados.
Cada sistema se elige de acuerdo al tipo de siembra, suelo y necesidades de agua de cada planta.