Aunque la mayoría de ciudadanos empiezan a comentar que lo peor de la crisis ha pasado, señal de que los “brotes verdes” que llevan años anunciándose parecen llegar por fin a la economía doméstica, la realidad es que el empleo sigue siendo uno de los principales motivos de preocupación para muchos. Sobre todo para aquellos que se encuentran en una situación precaria, de desamparo por parte de la administración, bien a causa de haber agotado todas las ayudas disponibles o por no estar en condiciones de solicitarla. Parados de larga duración, jóvenes que llevan años buscando su primer empleo y otros perfiles se encuentran en una clara situación de vulnerabilidad. También hay una precariedad laboral muy grande, llegando a encontrarse en exclusión social familias con algunos miembros ocupados, pero de forma eventual y con ingresos que apenas les dan para cubrir gastos. Barcelona se ha propuesto luchar contra esta situación con ayudas para potenciar las políticas sociales de estos vecinos.
Un plan de apoyo para reactivar la pequeña economía
Las cifras macroeconómicas importan poco cuando no puedes llegar a fin de mes. Por eso, el Área de Desarrollo Social de Barcelona quiere destinar recursos a mejorar las actuaciones y proyectos de los ayuntamientos que conforman el área metropolitana. Para ello se destinarán 30 millones de euros adicionales, con el fin de reactivar la economía real y apoyar las políticas sociales.
Este plan de apoyo no es una novedad. Ya en 2012 comenzó a implementarse, aunque acabó en 2015. Ahora se prorroga desde 2016 hasta 2019 con estos fondos, dedicados a apoyar los proyectos de ayuda social que pongan en marcha los ayuntamientos. La idea es dar la máxima importancia a aquellos programas que busquen generar ocupación, aumenten las redes de empleo local y mejoren en la medida de lo posible la situación en la que se encuentran las personas sin empleo, creando políticas que ayuden a mejorar su ocupabilidad. El objetivo final es por tanto que todos, sea cual sea su condición, puedan acceder a un trabajo y mejorar su poder adquisitivo, creando con ello un círculo que acabe funcionando solo. A mayor consumo, mayor demanda de personal y de nuevo un aumento en el consumo. La fórmula es sencilla cuando se mira sobre el papel.
Dos convocatorias consecutivas
La idea es hacer dos convocatorias, con una dotación económica de 15 millones cada una. La primera, para los presupuestos de 2016-2017, está en activo y tiene unas previsiones de ocupar a más de 1600 personas al terminar. La segunda ronda, que empezará a estudiar proyectos a finales de este año y se ejecutará a comienzos del que viene, espera seguir con esta misma tendencia.
La ciudad de Barcelona está fuera de este plan, debido sobre todo a que tiene unos presupuestos singulares. Además, todo apunta a que las ofertas de empleo en Barcelona son mucho más numerosas que las que se pueden encontrar en los municipios del área metropolitana, por lo que los estímulos no son tan necesario.
Para calcular cuál es el modo más equitativo de repartir esta dotación, cada municipio percibirá una cantidad en función del índice de desempleo que tenga entre sus vecinos, así como la renta per cápita que haya.
La inserción social, objetivo principal
En muchos de estos municipios hay un grado de riesgo de exclusión social bastante importante. No por vivir en unas malas condiciones, sino por la falta de acceso a puestos de trabajo y salarios justos. Muchos se plantean el autoempleo como medio de salir adelante, pero la falta de ayudas y orientación hace que este sea un sueño imposible en la mayoría de los casos. De modo que el plan de ayudas, que quiere que el trabajo no sea temporal ni un simple parche, sino que se logre una continuidad, pretende sobre todo incentivar a quienes se atreven a crear su propio puesto de trabajo. Para ello, se planifican talleres de empleo y cursos de capacitación para jóvenes, parados mayores de 45 años o en situación de desempleo desde hace más de un año de forma ininterrumpida y familias que tienen a todos sus miembros buscando trabajo sin éxito.
Para lograrlo, se impulsará la contratación de personas paradas con el fin de trabajar de forma temporal en diversas tareas. Con ello se puede ir adquiriendo una experiencia en el manejo de herramientas y desarrollo de trabajos, que aumentan la tasa de empleabilidad al poder incorporar al currículum. En algunos casos, como los de jóvenes que buscan un primer empleo, supone un doble beneficio: conseguir por fin ese trabajo y mostrar a las empresas que además de ganas pueden encargarse de las tareas que se les vayan a pedir.
En otro apartado se destinarán ayudas para el fomento del autoempleo y la fundación de pequeñas empresas. Profesionales con experiencia pueden conseguir financiación con la que montar su negocio y ganarse la vida después de haber perdido su trabajo, en ocasiones el que han tenido durante décadas.
Una tercera línea de acción busca que las empresas contraten más personal. Para ello, se cubriría la mitad de los costes derivados por la contratación de aquellos negocios que tengan su actividad principal en el área metropolitana.
Proyectos singulares
Además de estos tres campos, se han creado los denominados “proyectos singulares”, un laboratorio en el que cada ayuntamiento puede hacer experimentos en materia de innovación para la formación, inserción y creación de puestos de trabajo. Algo que se considera necesario en vista de los cambios en el mercado laboral, ya que la demandas de servicios que hasta hace unos años ni siquiera existían es cada vez mayor. Con estos proyectos, un municipio puede convertirse en pionero en un campo, aumentando la capacidad de crear proyectos en materia de cooperación, solidaridad, inserción social y negocios rentables.
Todo tiene un mismo objetivo: que más personas puedan mejorar su situación laboral y de verdad sientan que la crisis ha terminado para ellos.