Jugando, los niños aprenden a conocer el entorno en el que viven, así como sus propias habilidades y capacidades. El juego, absolutamente fundamental para el desarrollo psíquico y físico de los más pequeños, se acompaña de juguetes que ellos improvisan y de los que adquirimos los adultos para ellos, siendo los juguetes educativos los más adecuados para estimular su creatividad y potenciar capacidades abstractas.
Los juguetes educativos también sirven para ir dejando atrás posiciones sexistas o belicistas, que sólo ayudan a involucionar, pero hoy vamos a hablar de los juguetes de madera, que forman parte de esta basta definición de juguetes educativos, los realizados con un material vivo que forma parte de este entorno que los niños están investigando.
Sabemos que pueden jugar con cualquier cosa y es fácil verlos abstraídos haciéndolo con piedras y ramas en los parques, pero a través de los juguetes reales, los que reproducen objetos, aumentan la experiencia del juego, ayudan a crear lazos de unión con sus padres o con sus amigos en el momento del juego y alientan la imaginación.
Los niños reproducen lo que ven a través del juego
Todo cuanto hacen los pequeños es reproducir lo que ven ayudándose de juguetes y son felices tratando de reproducir un paisaje atravesado por un tren de alta velocidad que han visto alguna vez, con su tren de madera entre las manos. Y a partir de la realidad, la imaginación sin fronteras.
Los juguetes de madera son reales, en el sentido de que están compuestos por un material fácilmente identificable de la naturaleza, y tanto su textura como su olor y su tacto ayudan a estimular el aspecto sensorial.
Un juguete de madera nunca será tan realista como uno de plástico, en el que se pueden encontrar algunos en los que no falta detalle, lo cual va en detrimento de la imaginación del niño que se encuentra ante un juguete previsible que se lo dá todo hecho, mientras que con los de madera puede jugar a imaginar y a componer otros elementos.
Ventajas que ofrecen los juguetes de madera
Los juguetes de madera, a diferencia de los de plástico, tienen una gran durabilidad y esto hace que puedan pasar hasta de generación en generación sin perder encanto.
Una cocinita de madera puede ser la misma para una madre que para su hijo, e incluso algunos juguetes de madera que han supuesto mucho en la infancia de alguien se pueden convertir en elementos decorativos, que vendrán a explicar una de las etapas más maravillosas de la vida de aquella persona.
Un juguete de plástico con pilas que se acaban es un fastidio para los niños que aún no comprenden este concepto, incluso las luces y los sonidos les pueden sobre estimular, de modo que van a pasar a ser meros espectadores ante el juguete en lugar de ser parte activa de él.
Juguetes de madera versus juguetes de plástico
La madera, en los juguetes es mucho menos peligrosa que el plástico y muchas veces son los propios adultos los que ponen en duda que un juguete simple pueda gustarles, aunque estos seguramente no han visto los juguetes de madera que ofrece el mercado, entre los que se encuentran verdaderos laboratorios de formas y colores con los que también dan ganas de convertirse en niños.
Hay pedagogos que afirman que incluso el aspecto más consumista que muchos veces está implícito en el juguete de plástico, que hace suya la máxima de ver, comprar, jugar y tirar, no lo tienen estos juguetes de madera con los que ya se jugaba siglos atrás.
Evidentemente, el ingenio de los diseñadores actuales, ha dejado grandes joyas, aunque también se revisan los diseños de juguetes más clásicos, que en su día cautivaron a los pequeños y siguen haciéndolo.
No hemos de olvidar que un juguete de madera es biodegradable y por tanto renovable, el juguete ecológico por antonomasia. Las razones para elegirlos son muchos y la mayor, lo que les gustan a los más pequeños.