La experiencia de mudarse al extranjero conlleva una serie de sorpresas culturales que pueden ser tanto fascinantes como desconcertantes. Según un estudio reciente realizado por la aseguradora de salud internacional William Russell, los ciudadanos británicos que se trasladan a ciertos países se enfrentan a diversos choques culturales que van desde las interacciones sociales hasta las costumbres alimentarias y los estilos de vida. Este estudio ha clasificado las diez naciones más buscadas por los expatriados británicos, entre las que se encuentran Australia, España, Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Suiza, Portugal, Tailandia, Noruega e Irlanda.
Interacciones sociales y costumbres alimentarias
Uno de los hallazgos más destacados es que las diferencias en las interacciones sociales son las que más sorprenden a los británicos. En Irlanda, por ejemplo, la calidez y la amabilidad hacia los extraños dejan una profunda impresión en aquellos que provienen del Reino Unido. En contraste, en Nueva Zelanda, los expatriados se ven sorprendidos por la tranquilidad de la población, influenciada por la rica cultura maorí.
En cuanto a la gastronomía, también se han identificado notables sorpresas. En España, la variación en los horarios de las comidas es un aspecto que desconcierta a muchos británicos, quienes están acostumbrados a rutinas alimentarias más rígidas. En Australia, la diversidad de productos locales provoca asombro, especialmente en lo que respecta a la fauna nativa, como los canguros, que son considerados tanto adorables como un recurso alimenticio viable.
La variedad de opciones alimentarias en Estados Unidos, con porciones generosas y una oferta casi inabarcable en supermercados, también se erige como un factor de choque importante para los nuevos residentes.
Los estilos de vida en países europeos como España, Suiza y Portugal también revelan diferencias significativas. La cultura española, con su propensión a saludar con besos y a ser más expresiva en público, puede resultar sorprendente para los británicos que valoran la discreción. Por otro lado, en Suiza, la estricta observancia de las normas, como no cruzar la calle en rojo o evitar realizar tareas ruidosas en días festivos, contrasta marcadamente con las costumbres británicas.
En cuanto a Noruega, la afición de sus ciudadanos por nadar al aire libre incluso en las aguas más frías del año puede ser un revelador choque cultural que invita a la reflexión sobre las diferencias en la percepción de lo que constituye el ocio y la recreación.
Estos choques culturales no solo reflejan las diferencias entre las costumbres británicas y las de otros países, sino que también ponen de manifiesto la riqueza de la diversidad cultural global, donde cada nación tiene su propio modo de vida y sus propias tradiciones, que merecen ser entendidas y respetadas.