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La ciencia no puede estar a disposición del mejor postor

In Salud
noviembre 25, 2016

Qué necesidad van a tener de mentir sobre la salud humana -se dice mucha gente- esas industrias ya de por sí tan ricas. Esos destacados científicos que trabajan en las más prestigiosas universidades. esas instituciones tan respetables… Pero el caso es que nos mienten y de vez en cuando se descubre.

Como ahora: sabemos que las azucareras pagaron en la década de los 60 a destacados científicos nutricionistas de Harvard para que sus estudios minimizaran los efectos dañinos del azúcar. Y, lo más sorprendente es que la compra de tan prestigiosas conciencias le salió a la industria muy barato: el equivalente a unos 50.000 euros de hoy.

En esencia, se trataba de desviar hacia las grasas saturadas la responsabilidad que tiene el azúcar en las enfermedades cardíacas. Y la consecuencia es que los efectos de esta manipulación todavía hoy los estamos pagando. Tal vez con miles de muertes al año.

No es la primera vez que esta industria aparece en el centro de una conspiración para llenar sus bolsillos a base de perjudicar al resto de la humanidad.

Hace años ya se descubrió que habían manipulado las investigaciones sobre la relación entre el azúcar y la salud bucodental. Una investigación de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), basada en el estudio de 319 documentos internos de la industria del azúcar, muestra que sus fabricantes también siguieron esta práctica. Ya sea en el tabaco, el azúcar o el calentamiento global, nos encontramos delante de los mismos objetivos y métodos utilizados para inculcar dudas.

Las industrias, ya sean tabaqueras, petroleras, del alcohol, azucareras, químicas o farmacéuticas, han estado pagando investigaciones condicionadas, es decir que en sus conclusiones han influido otros factores, ajenos a los científicos. Esta esponsorización interesada ha ensombrecido la verdad, contribuyendo a modificar las decisiones de las administraciones responsables en un sentido perjudicial para la salud de la mayoría.

Esos destacados científicos que trabajan en las más prestigiosas universidades, esas instituciones tan respetables… que en ese caso se vendieron por 50.000 dólares de hoy. ¡Qué enorme desengaño para tanta gente! y que insulto para esos miles de investigadores honestos que luchan en todo el mundo, a veces en condiciones durísimas, para avanzar, encontrar o restablecer, la verdad! Por la salud humana, pero también por ellos, la práctica de la financiación de los estudios por empresas directamente interesadas en sus conclusiones debe acabar. La ciencia no puede estar a disposición del mejor postor, así que hay que encontrar otras fórmulas que garanticen la máxima objetividad.

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