Si las primarias en política fueran de izquierdas y útiles para la clase obrera, ¿cree usted que el Partido Popular, liberal y conservador, las llevaría a cabo? obviamente no; sin embargo, ya son seis los candidatos a presidir el PP: Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal, Pablo Casado, José Manuel García-Margallo y José Luis Bayo.
El PP ha caído en la trampa, y ha admitido la hipótesis de que las primarias mejoran la democracia interna, cuando en realidad, la cohartan. Un Partido Popular sin un líder claro, con Rajoy en plena huída y Aznar disparando hacia su propia trinchera, se va a fracturar y terminar de hundir, porque algún poder fáctico ha decidido que ya es hora de jubilar a la vieja Alianza Popular y sustituirla por los chicos de Albert Rivera, aún más neoliberales y manejables.
Las primarias son un invento norteamericano que Podemos puso de moda en España gracias al diario Público y La Sexta (Roures) hace algunos años. Quisieron vender que hacer primarias era el summum de la democracia partidista, evitando con ello el debate argumentado de posicionamientos ideológicos, programas y proyectos, para favorecer a los personajes más mediáticos.
Las primarias acaban reduciendo el debate político a elegir entre los candidatos que más aparecen en los medios de comunicación de masas, ¡oh sorpresa! en manos de los grandes poderes fácticos. Tania Sánchez en Madrid y Alberto Garzón a nivel estatal son los vivos ejemplos de la manipulación mediática para destrozar formaciones políticas gracias a las primarias, a las que ahora se abraza el Partido Popular para terminar de cavar su propia tumba.