Si evocamos la imagen de un profesor, lo primero que se nos viene a la cabeza es una persona con una bata blanca y un pedazo de tiza en la mano.
Tanto la bata como la tiza eran las dos herramientas imprescindibles para que el profesor pudiese utilizar la pizarra: la primera evitaba que la ropa del o de la ‘profe’ acabase cubierta por un manto blanco y con la segunda trazaba complicadas ecuaciones, enrevesados análisis sintácticos o dibujos realizados con mayor o menor acierto.
Sin embargo, los tiempos cambian y en muchas aulas el entrañable encerado ha dado paso a la pizarra blanca y a la pizarra magnética.
La pizarra, un elemento didáctico insustituible
La pizarra es un elemento didáctico inmune al paso del tiempo. Tampoco la tecnología ha podido con ella, aunque es cierto que ha cedido algo de protagonismo en favor de los nuevos medios didácticos electrónicos.
Sin embargo, en la mayoría de las asignaturas continúa siendo un elemento imprescindible. La pizarra permite que el docente escenifique las explicaciones y está comprobado que es un factor que interviene favorablemente en el proceso de retención memorística del alumnado, además de que facilita la toma de notas y apuntes.
Adicionalmente, convierte las explicaciones en un procedimiento dinámico que atrae la atención de la mayor parte de los alumnos. En este sentido, se han realizado ensayos experimentales que certifican que su efectividad es mucho mayor que la de las modernas presentaciones visuales.
Tipos de pizarra: ventajas e inconvenientes
Pero, ¿qué tipo de pizarra es más conveniente? Veamos los beneficios de cada una de ellas y también sus desventajas:
Pizarra tradicional o encerado
Su gran ventaja es la visibilidad desde distancias lejanas. Además, en sesiones docentes muy largas cansa menos la vista del alumnado que está atento.
Y su gran inconveniente es el polvillo de la tiza: ensucia la ropa y las instalaciones y puede causar problemas respiratorios o alérgicos.
Sin embargo, en las aulas universitarias de gran tamaño continúa siendo insustituible.
Pizarra blanca
La pizarra blanca tiene una buena visibilidad en distancias cortas y medias. El profesor escribe con mayor facilidad y comodidad mediante rotuladores especiales y el borrado es un proceso mucho más limpio que en el caso anterior.
La desventaja es que no es especialmente apta para clases en las que la distancia entre profesores y alumnos es muy acusada.
Actualmente es la pizarra de primera elección en la mayoría de las aulas.
Pizarra magnética
Se trata de una evolución de la anterior, con la salvedad de que el tablero está magnetizado. Esto permite añadir a las explicaciones fotografías o ideogramas realizados sobre lámina flexible magnética. Por lo demás, sus otras características son idénticas a las de la pizarra blanca.
Es especialmente útil en asignaturas de gran contenido visual, como puedan ser el arte o el diseño gráfico.
¿Y la pizarra interactiva o pizarra digital?
Nos imaginamos que estarás pensando que nos hemos olvidado de la pizarra digital o interactiva, pero no es así: lo que ocurre es que pensamos que, aunque su forma constructiva recuerde a una pizarra, en realidad sus funciones no son las de una pizarra.
Se trata de un complemento pedagógico muy útil que facilita el aprendizaje y la interacción, pero en ningún caso puede sustituir a una pizarra convencional.
La prueba es que en los colegios y universidades que disponen de pizarras interactivas, estas siempre están acompañadas de la sempiterna pizarra tradicional, sea negra de tiza o blanca de rotulador. No hay tecnología que sea capaz de acabar con las pizarras de siempre.