Con la llegada del otoño las fruterías comienzan a llenarse de uvas, una de las frutas con mayor concentración de azúcar en agua. Aunque se emplea principalmente como postre natural, y repostería para preparar tartas y pasteles, lo que quizás muchos desconocen es que se trata de un alimento con un destacado efecto energético, además de antioxidante y depurativo.
De pulpa dulzona y jugosa, la uva es una fruta que se obtiene de la vid, una planta que crece en largos racimos que están compuestos por granos alargados o redondos.
En la cocina, suele degustarse sobre todo como fruta fresca, aunque algunos platos de repostería la utilizan como ingrediente principal. Asimismo, se emplea en la elaboración del vinagre y en bebidas como el vino y el popular mosto.
Se sabe que el hombre, desde tiempos ancestrales, ya cultivaba la vid y que las antiguas civilizaciones de Roma y de Grecia desarrollaron de manera importante la viticultura. Como dato curioso, indicar que en algunas regiones de Italia y de Suiza, además de algunas tumbas del antiguo Egipto, se han descubierto yacimientos arqueológicos correspondientes a la Edad de Bronce que ya contenían las semillas de esta planta.
La zona de origen de la uva se sitúa en la región de Oriente Próximo, en el mar Caspio. Desde este emplazamiento, esta fruta se extendería a la cuenca del Mediterráneo y a América del Norte de la mano de los colonos españoles. Así, y dadas sus características y composición, la vid requiere un clima templado o subtropical para su cultivo, motivo por el cual su labranza tiene lugar en áreas cálidas como Chile, Argentina, California, Italia, Francia, Portugal, Turquía, Grecia, España, Sudáfrica y Australia.
Dependiendo de la variedad que estemos hablando, el color de su piel puede adoptar un abanico de tonalidades de lo más diversa: purpúrea, amarilla, roja, verde, blanca, dorada o marrón, entre otras. Una vez que ha concluido la etapa de maduración de la uva, tiene lugar su proceso de recolección que suele desarrollarse entre los meses de septiembre y noviembre. Las mejores uvas frescas de temporada se degustan por lo tanto durante los meses en los que dura el otoño y, también, a principios del invierno.
Propiedades y beneficios de la uva
Desde el punto de vista nutricional, esta fruta destaca sobre todo por sus virtudes como antioxidante al incorporar los cinco componentes que a continuación se detallan:
Antocianos: Este pigmento natural no tóxico, que se disuelve en el agua, es el causante de la coloración de algunas flores y plantas. En el caso de la uva, los antocianos se localizan en la pulpa y la piel que envuelve a la fruta. Ausentes en las que tienen la piel blanca, en cambio están presentes en las de color rojo y negro.
Potasio: El cuerpo humano necesita potasio para una actividad muscular normal y la transmisión y generación de impulsos nerviosos al igual que el magnesio.
Flavonoides: Están en su piel y contienen propiedades medicinales muy interesantes que, sobre todo, ayudan a prevenir enfermedades relacionadas con el corazón y el cáncer. El más conocido de las flavonoides es el resveratrol: proporciona una serie de beneficios destacados sobre la circulación en las arterias al facilitar una circulación más fluida de la sangre (disminuyendo, de esta manera, la posibilidad de que se formen trombos y coágulos) e incrementar el flujo sanguíneo. También actúa como inhibidor de la oxidación del malllamado colesterol malo.
Taninos: Sustancia que se detecta por su sequedad, aspereza y amargor. Su acción antioxidante previene enfermedades de carácter degenerativas. Los taninos, asimismo, constituyen un tratamiento efectivo contra la diarrea porque desinflaman la mucosa intestinal; sirven como antihemorrágico local y poseen propiedades antiinflamatorias y astrigentes destacadas. Hay que considerar un detalle importante y es el que se refiere a las bondades cardiovasculares atribuidas al vino, pues los taninos son parte responsable de su sabor y su color.
Magnesio: La función de este mineral es mantener el equilibrio energético de las neuronas, motivo por el cual su papel es el de actuar sobre el sistema de tansmisión nerviosa. Pero sus beneficios no acaban aquí, pues el magnesio también ayuda a fijar el fósforo y el calcio de dientes y huesos; trabaja sobre el sistema neurológico; favoreciendo tanto el sueño como un estado de relajación completo; controla la flora intestinal y previene la aparición de cálculos renales, entre otros.