La atención es definida como una cualidad de la percepción que hace las veces de filtro de estímulos que provienen del entorno, haciendo una diferenciación entre aquellos considerados relevantes, quienes terminan teniendo prioridad con el fin de que su procesamiento sea mucho más profundo.
Por eso es que cuando se presta atención la mente se centra en algunos estímulos, ya sean auditivos, visuales, táctiles, gustativos o auditivos y de manera simultánea deja por fuera otros.
De esta manera reflexionó el célebre escritor Néstor Braidot, que ha sido ampliamente consultado a nivel mundial en cuanto a la aplicación de las neurociencias tanto para el desarrollo de las personas como de organizaciones, quien considera que los mecanismos centrales de atención no solo controlan, sino que también actúan para regular otros procesos que son cognitivos.
Además, explicó que se trata de “un fenómeno complejo” que de forma permanente se encuentra activo y que incorpora los procesos cerebrales a fin de que podamos identificar toda información que viene del medio ambiente para luego usarla en determinados momentos de nuestra vida.
El investigador y autor de más de 25 libros, que han servido de guía para ejecutivos y empresarios a nivel mundial, también recordó una de las definiciones de la atención que plantea Rosselló, quien en 1997 englobaba la atención como un mecanismo que organiza de forma jerarquizada los procesos que elaboran y tratan la información que percibimos de afuera, del entorno.
Braidot, que es reconocido como experto en neuromarketing, así como de otras disciplinas, aprovechó de mencionar algunas modificaciones que los sistemas atencionales generan en nuestra conducta.
Entre esos está el incremento en las frecuencias cardiacas, la variación en la sudoración, la activación de varias áreas corticales, al igual que de algunas actividades motoras como mover algunas partes del cuerpo y también la activación de expresiones fáciles que implican músculos como asombro, rabia y sonrisas.