Cuando escuchamos la palabra adicto, inmediatamente pensamos en una persona que se inyecta, aspira o fuma sustancias psicoactivas. Pero, por desgracia, el mundo de las adicciones es mucho más amplio y son legión quienes desean librarse de ellas.
En raras ocasiones, el adicto consigue superar su adicción a base de fuerza de voluntad y sacrificio, pero lo habitual es que necesite ayuda externa e incluso ingresar en una clínica de desintoxicación.
Existen diferentes tipos de tratamiento de adicciones, y los más efectivos combinan terapias conductuales, medicamentosas y psicológicas. Veamos cuáles son las adicciones más habituales en el mundo desarrollado.
Adicción a las drogas
El tratamiento varía según la droga y la gravedad de la adicción. Los tratamientos pasan por una deshabituación que puede incluir el uso de drogas menos adictivas, medicación e internamiento, junto con terapia psíquica y conductual.
Es muy importante, tras la superación de la adicción, procurar que la persona no se reintegre en los ambientes sociales frecuentados antes del tratamiento. Este factor es vital para evitar las recaídas.
Adicción a medicamentos psicoactivos
El caso es similar al anterior. Lo que ocurre es que las personas adictas a medicamentos no suelen ser demasiado problemáticas, más allá del estado letárgico en el que puedan encontrarse en ocasiones puntuales y del riesgo al realizar ciertas actividades, como conducir.
La excepción es la combinación de medicamentos con alcohol y otras drogas, que suele derivar en una grave problemática social y familiar.
Aunque no lo parezca, la adicción a los medicamentos es muy complicada de tratar y siempre es necesario apoyo externo.
Adicción al alcohol
Su consumo es aceptado en la sociedad occidental, y muchos adictos al alcohol ni siquiera son conscientes de serlo: muchas personas tienen un consumo diario excesivo del que no pueden prescindir, aunque no experimenten alteraciones en su comportamiento cotidiano.
Es una adicción tan difícil de tratar como cualquier otra por su riesgo de recaída. La única ventaja es que conseguir que el alcohólico abandone temporalmente el consumo resulta relativamente sencillo, siempre que se someta a tratamiento especializado.
Adicción al tabaco
Cuando se le dice a un fumador de media cajetilla diaria de cigarrillos que es un adicto, la reacción normal es de estupefacción, indignación o incredulidad.
Y sin embargo, es cierta: bastaría con privarle de su cajetilla 24 horas para observar en él ansiedad, nerviosismo, falta de concentración y comportamiento irritable. El fenómeno es bien conocido en los hospitales, con aquellos pacientes a los que se les retira el tabaco de súbito.
Como el fumador no presenta ninguna alteración visible cuando fuma, no se le suele considerar como adicto. Pero la nicotina es muy adictiva y abandonarla es extremadamente difícil.
Existen terapias medicamentosas y de retirada progresiva de la nicotina, cuya eficacia aumenta notablemente con terapia psicológica, especialmente la de grupo.
Adicciones estrictamente psicológicas
Adicción al juego
Se trata de una adicción psicológica en la que no entra en juego ninguna droga. Las consecuencias son nefastas, en forma de ruina económica, destrucción de unidades familiares y una alta probabilidad de que el adicto termine enganchado al alcohol y a otras drogas.
Adicción a la tecnología
Prima hermana de la anterior, se diferencia en que no suele producir quebrantos económicos y deriva casi siempre en aislamiento social y en conflictos familiares.
Existen otras adicciones estrictamente psicológicas, como puedan ser la adicción al sexo, el porno o la comida.
Todas ellas suelen estar basadas en desajustes somáticos que es preciso solucionar, y en el caso de la adicción a la comida incluso puede llegar a ser necesario un tratamiento psiquiátrico.